Solo la autosatisfacción de quien vive en una complaciente y plácida realidad paralela gracias a los 90 mil euros que le proporciona la política, puede justificar que después de 9 años en el gobierno de la ciudad, se sienta orgulloso de ser el alcalde del paro, de la pobreza, de la falta de expectativa, de la desesperación de no poder acceder a una vivienda, de las colas en la beneficencia, de una plantilla municipal y unos servicios municipales manifiestamente insuficientes y de las consecuencias sociales y económicas el narcotráfico. Igualmente se sentirá orgulloso de la ciudad con los impuestos y tasas municipales más alto de Andalucía y haber situado la deuda municipal en 153 millones de euros, 40 millones más de cuando llegó al gobierno local en 2007.
En opinión de IU, de lo único que Víctor Mora y compañía pueden estar orgullosos es de su capitalismo de amiguetes, en el que salen los mismos de siempre beneficiados, de haber privatizado servicios tan importantes como el Ciclo Integral del Agua, permitiendo que se encarezca casi un 40%, a la vez que favorecía por acción u omisión que la concesionaria cometiera toda clase de irregularidades en detrimento de la calidad del servicio, que contaminase por aire, mar y tierra, así como, que se cometiera un presunto fraude de más de 1 millón de euros, que tan solo IU ha llevado a los tribunales de justicia.
Del mismo modo, pueden estar orgullosos de su indolencia ante el abandono de la ciudad de empresas con históricos arraigos en Sanlúcar, porque no encuentran los medios para desarrollar sus proyectos y negocios con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo.
Por supuesto, orgullosos estarán de haber laminado la participación ciudadana en los asuntos municipales, de pretender convertir el movimiento vecinal en un mero trámite de premio y castigo: atención a las barriadas sumisas y olvido a las barridas reivindicativas y críticas con su gestión. Orgullosos de dar circo y pandereta en vez de cultura y educación, y limitar la política en igualdad en un mero programa de gestos insustanciales. De una ciudad sucia y abandonada y de un patrimonio histórico artístico, que cuando no se pretende destruir, como el caso del edificio de la Plaza de Abastos, se permita que se caiga a pedazos del abandono o que especuladores la desvirtúen.
Pueden estar orgullosos de utilizar las carencias y necesidades de la ciudad, no como acicate para buscar soluciones a las mismas, sino como exclusivos elementos de estéril confrontación política con otras administraciones, cuando son gobernadas por otros partidos y mostrase sumisos y complacientes con los incumplimientos de otras administraciones cuando son gobernadas por su mismo partido.
Pero de lo que más orgulloso se puede encontrar Víctor Mora es haber utilizado de la manera más nauseabunda y rastrera las calamidades y necesidades por las que pasan miles de sanluqueños en riego de pobreza, para desarrollar su red clientelar de compra de voluntades, con el único objetivo de perpetuarse en el sillón, ya que no tiene ni se le conoce ninguna ocupación laboral antes de dedicarse a la política.
En definitiva, lamentablemente Sanlúcar debido a una nefasta gestión municipal no está en disposición de compararse con ninguna gran ciudad, por mucho que se pretenda hacer ver mediante el panfleto semanal y la televisión comarcal, lo que sí se puede afirmar es que Víctor Mora es el peor gestor municipal que ha tenido nuestra ciudad y eso es mucho, conociendo quienes han pasado por el despacho de la alcaldía después de Medina Lapieza; eso no es opinión es información.